Era una noche oscura en Konoha, el aire fresco de otoño traía consigo un ligero escalofrío. Los ninjas de la aldea se habían reunido en el bosque cercano para celebrar Halloween, un evento que cada año se llenaba de historias aterradoras y risas nerviosas.
Sakura, Naruto y Sasuke se sentaron alrededor de una fogata, las llamas danzando mientras otros ninjas contaban sus relatos de terror. El ambiente estaba cargado de expectativa, y uno de los más jóvenes, Konohamaru, decidió comenzar la ronda de historias.
“Escuchen,” dijo Konohamaru, con la voz temblorosa. “Hace años, en una noche como esta, un ninja desapareció en el bosque. Se decía que había encontrado un antiguo jutsu prohibido, uno que le permitía comunicarse con los muertos. Pero lo que no sabía era que había un precio que pagar.”
Los oyentes se inclinaron hacia adelante, interesados.
“Algunas noches, se oyen susurros entre los árboles. Aquellos que los escuchan están condenados a unirse a él en su búsqueda eterna,” continuó, sus ojos brillando con emoción. “¡Pero eso no es todo! Se dice que si miras hacia atrás mientras caminas por el bosque, puedes ver su sombra. Una sombra que nunca olvidará tu rostro…”
Sasuke, con una mirada escéptica, decidió tomar la palabra. “Es solo una leyenda. Los fantasmas no existen.” Pero su tono despectivo no calmó el ambiente.
De repente, una brisa fría sopló, todos se miraron nerviosos. “¿Escucharon eso?” preguntó Sakura, mirando hacia la oscuridad del bosque.
Naruto se rió nerviosamente. “Es solo el viento. Vamos, Sasuke, cuéntanos tu historia.”
Sasuke se cruzó de brazos, pero se dejó llevar por el momento. “Está bien. Una vez, en una misión, encontramos un templo abandonado. Al entrar, encontramos un espejo antiguo. Pero no era un espejo común; reflejaba nuestros miedos más profundos. Aquellos que se quedaron demasiado tiempo comenzaron a desaparecer, atrapados en sus propios reflejos.”
Mientras contaba, el bosque pareció llenarse de ecos. Los ninjas comenzaron a murmurar entre ellos, inquietos. Justo entonces, un susurro resonó a través de los árboles: “Ayúdenme…”
Los ojos de todos se abrieron como platos. “¿Quién dijo eso?” preguntó Naruto, su voz casi un susurro.
Sakura, visiblemente asustada, propuso que regresaran a la aldea. Pero Konohamaru, lleno de valentía, dijo: “¡Vamos a investigar! Tal vez sea solo una broma.”
Con un impulso de valentía, el grupo se adentró en el bosque, guiados por los susurros. Mientras caminaban, comenzaron a escuchar risas lejanas que resonaban como ecos en la oscuridad.
Finalmente, llegaron a un claro donde un viejo árbol retorcido se alzaba. A su alrededor, sombras danzaban, y los susurros se hicieron más claros: “Ayúdenme… no puedo salir…”
De repente, el árbol se iluminó, revelando a una mujer atrapada en su corteza, su rostro pálido y desesperado gritaba “¡Ayúdenme!” mientras extendía su arrugada mano.
El grupo, horrorizado, retrocedió. “¡Esto no es real!” gritó Naruto. “¿O si lo es?”
Sasuke se preparó para atacar, pero la mujer atrapada sonrió con tristeza. “No puedo salir… pero ustedes sí. ¡Solo no miren hacia atrás!.”
Sin pensar, comenzaron a correr, el eco de los susurros resonaba en todo el bosque.
La risa se desvaneció y el aire se llenó de un silencio aterrador, al llegar a la aldea, se dieron cuenta de que Konohamaru había desaparecido y eso les genero preocupaciòn temporal.
Lo que no sabían era que todo fue una broma de dìa de brujas ingeniado por Komohamaru quien le pidió ayuda a Kurenai para que haga un genjutsu y asì asustar a sus amigos.
Esa noche mientras el equipo siete se mostraban asustados y preocupados por Konohamaru quien no llegaba a la aldea. el menor junto a Kurenai se reìan en el bosque mientras esperaban la llegada de Azuma para contarles todo lo ocurrido.
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